Su casa estaba llena de libros. Algunos heredados, otros que ella misma había comprado; la mayoría de ellos usados.
En su casa había una sola puerta. Para ella los libros eran puertas. Y así viajaba a lugares exóticos y barrios humildes. Viajaba al pasado y jugaba al futuro.
Siempre fieles y abiertos, ella los amaba y amaba a sus autores. Se sentía llena de voces, multitudes que bramaban y de paisajes ilusorios.
Alguien le había regalado un libro siendo niña. Y con ese libro le regaló miles de puertas que ella atraviesa emocionada. Fue como una invitación a una vida que ella abrazó feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario