viernes, 31 de octubre de 2025

Las elecciones miradas por Serrano Mancilla

La fidelidad del 40% en Argentina 🇦🇷
En las elecciones presidenciales del año 2003, en primera vuelta, la suma de votos de Carlos Menem y Ricardo López Murphy fue del 40,8%. Es decir, después de la debacle neoliberal, había un sector de la ciudadanía argentina que seguía optando por esta vía conservadora.
En el año 2019, en el peor momento del macrismo, luego de cuatro años de un muy mal Gobierno, en primera vuelta, Juntos por el Cambio obtuvo el 40,2%. De nuevo, un porcentaje parecido que seguía optando por esa misma opción conservadora.
Y, ahora, en las legislativas intermedias, el mileísmo obtiene el 40,8% a nivel nacional para Diputados a pesar de los múltiples escándalos de corrupción, de una economía intervenida desde Estados Unidos e insostenible financieramente y de un Mal Vivir generalizado.
Este 40% no falla. Siempre vota igual. Siempre elige la misma opción política. Siempre hay 4 de cada 10 argentinos que prioriza la alternativa conservadora próxima a sus convicciones ideológicas más allá de todo lo que haga mal en el día a día.
Este 40% no es un 40% favorecido por el mileísmo. No lo es ni económica ni socialmente. La gran mayoría de ese 40% no vive mejor. Todo lo contrario. Sin embargo, le da igual, porque está votando por un corpus de ideas y valores, que siempre antepone el odio y el miedo a que gane el adversario político.
Este resultado electoral de Javier Milei, en un contexto actual tan adverso (y teniendo en cuenta que venía de una derrota importante hace menos de dos meses en la Provincia de Buenos Aires a nivel legislativo), se explica por un surco profundo de la sociedad argentina que se cuantifica en este 40%.
La victoria de Milei, más allá de la mirada coyuntural, reside en haber logrado cohesionar y representar -al menos por ahora- a este 40%.
Pero también es importante mirar la contracara política de toda cita electoral. Milei no ha podido ampliar ese núcleo societal conservador. A menos de dos años como presidente, ya queda lejos su 55% de la segunda vuelta de las presidenciales del año 2023; o el 53,9% que sumaron la Libertad Avanza y Juntos por el Cambio en las legislativas del año 2023; o el 47,6% de la suma de las mismas fuerzas en las legislativas del año 2021.
En otras palabras, el mileísmo se queda con lo que siempre fue ese espacio político argentino: un 40% fiel y dispuesto a todo para que no gane su rival histórico.
Se trata de un 40% al que no le molesta que Trump hablé de los ‘muertos de hambre de la Argentina’, ni que sea una economía totalmente intervenida desde el FMI y el Tesoro de los Estados Unidos, ni que se empobrezca y apalee a los jubilados, ni que el precio del litro de leche haya pasado de 450 a 1.600 pesos, ni que el candidato estrella liberal Luis Espert haya sido vinculado con el narcotráfico, ni las coimas de la hermana del presidente, ni la criptoestafa del presidente, ni que la deuda en dólares esté por encima de los 300 mil millones de dólares, ni que exista un centenar de muertos por fentanilo contaminado, ni que le quite dinero a las universidades públicas o desfinancie al Hospital Garrahan, ni que el encaje bancario sea de los más altos del mundo, ni que el salario mínimo real haya caído un tercio, ni el derrumbe de las ventas minoristas, ni la reducción del consumo interno de carne, ni del cierre de empresas, etc.
No obstante, aunque ese 40% sea significativo, es importante no confundir el todo con la parte, por muy importante que sea esta parte, y por muy determinante que sea esta parte en clave electoral en estos momentos.
Toda la sociedad argentina no piensa como ese 40%.
Es por ello que no hay que eclipsar que existe otra sociedad argentina, el otro 60% que no comulga con ese modelo mileísta. Pero que no encuentra un espacio común, ni política ni electoralmente.
En el seno de este bloque hay una fuerza electoral mayoritaria, que por el momento no es suficiente por sí sola para ponerle freno al mileísmo. Fuerza Patria logró el 35%, un valor muy parecido a la media obtenida por esta fuerza en las últimas ocho citas legislativas a nivel nacional. El resto, el 25%, votó a otras alternativas.
Es por ello fundamental entender y asimilar que se trata de un bloque heterogéneo, no mileísta y no conservador, con rasgos sociodemográficos disimiles, con culturas políticas variadas, que no tiene preferencias coincidentes respecto a los liderazgos, con códigos y lenguajes diferenciados, y que se informa no siempre por las mismas vías.
Pero en esa amalgama sí que hay algo que les une más allá de no votar a Milei: sus preocupaciones cotidianas, mayoritariamente las económicas. Seguro que en ese 60% hay mucho más interés por escuchar propuestas certeras para resolver el problema de su vivienda habitual en vez de escuchar hablar tanto de los turistas que van al extranjero a comprar barato (que son como mucho un 10% del país, que en buena parte vota a Milei); seguro que prefieren que mejore el sistema público de salud que sufren a diario en vez de escuchar hablar tanto de las prepagas privadas (que son como mucho un 10% del país, que en buena parte vota a Milei). Y, así, se podrían encontrar muchos otros ejemplos de ‘cosas’ potenciales para ‘juntar’ esa heterogeneidad antimileísta.
En buena medida, este hecho, esta desatención parcial de lo que le preocupa a la mayoría, explica la bajísima participación de las últimas elecciones legislativas intermedias.
Y, así, la alta abstención más la fragmentación antimileísta ocasionó el resultado que ya todos conocemos en Argentina.

lunes, 27 de octubre de 2025

Incómoda democracia

Qué cómodo es esperar que venga alguien con una supuesta receta con todas las respuestas correctas. Lamento manifestar que eso no va a pasar porque no existe tal receta y mucho menos, de existir, sería puesta en práctica por los actores de poder. Entre que los cambios asustan y la ignorancia en que desde los medios del poder nos tienen, somos una sociedad a merced del más pícaro y hdp que se anime a saltearse cuanta ley existe para proteger al pueblo y beneficiarlo. 
Progresar, salir adelante requiere esfuerzo, mucho esfuerzo. Es incomodo. Leer, estudiar, dialogar, debatir, hacer autocrítica y admitir el disenso con respeto ya no está en nuestra agenda. Nos aseguramos que el futuro sea insufrible para las próximas generaciones porque no queremos probar nada que nos incomode y en lo que, por las dudas, no confiamos. Jugamos a "es mejor malo conocido que lo nuevo por conocer". Si, me tomé la licencia de modificar la conocida expresión. Es una cuestión de decisión, de ovarios y huevos. De arriesgarse sabiendo que podemos equivocarnos. Como si de las equivocaciones no pudiera salirse habiendo aprendido algo. 
Pronostico: jodido, muy jodido 

jueves, 16 de octubre de 2025

Visperas de Otro 17 de octubre. autor: Marcelo Duhalde

_Estamos cerca de un nuevo 17 de Octubre y nuevamente un peronismo vilipendiado, bajo fuego mediático y con su principal dirigente caprichosamente encarcelada, reenvío este texto conmemorativo de la pluma brillante de Marcelo Duhalde, no casualmente hermano de Eduardo Luis y también socio del estudio de Rodolfo Ortega Peña._


EN VISPERAS DE UN NUEVO 17 DE OCTUBRE 
Los días previos al 17 de Octubre                                     

Por Marcelo Duhalde

Mucho se sabe del hecho y sus consecuencias, pero voy a referirme a una parte de los sucesos de 1945, desde un lado menos conocido y más personal, más sobre lo que vivió el protagonista fundamental, el Coronel Perón.
Porque sabemos cómo fueron los hechos previos a la ruptura de Perón con el gobierno de Farrel y cuáles fueron los motivos. Sencillamente por las medidas que estaba tomando, las transformaciones que estaba realizando, que lo llevaron a ser ya reconocido como líder de los trabajadores argentinos.
Esto por supuesto había empezado bastante antes de octubre. Venía de varios meses atrás. El 12 de julio se habían concentrado masivamente los sindicatos frente a la emblemática Secretaria de Trabajo y Previsión, en apoyo a éste militar que les hablaba en otro lenguaje y les proponía otras posibilidades de desarrollo para ellos y sus familias.

Inicialmente el gobierno, que lo había incorporado dos años antes, más por necesidad que por convicción, le otorgó dos funciones, una como Vicepresidente y Ministro de Guerra y otra como Secretario de Trabajo y Previsión. El crecimiento del Coronel era constante y el de la oposición también, el antiperonismo, los conservadores, habían hecho un fuerte ataque a esas políticas, y en una reciente concentración pedían la caída el régimen militar de facto, bajo la consigna “todo el Poder a la Corte Suprema”, que como se puede ver ya que en ese entonces el Poder Judicial garantizaba las políticas de explotación y sometimiento del pueblo, como custodia de los intereses de la oligarquía y de los empresarios, nada diferente con la actualidad.
Ante este panorama, Farrel cree que la solución es eliminar a ese funcionario, que desestabiliza al gobierno. Envía al General Avalos a pedirle la renuncia a Perón, que en ese momento casualmente se encontraba con sus amigos en plena celebración de su cumpleaños número 50, era el 8 de octubre. 
Algunos de sus colaboradores le aconsejaban resistir, pero como en otras tristes oportunidades Perón no quiso y dijo, lo que repetiría en septiembre de 1955, “Yo podría resistir, pero no lo voy hacer, porque no quiero derramamiento de sangre entre argentinos”. 
(Es conocido que, posteriormente, en Madrid, 13 años después, dijo que se equivocó en 1955 y que debería haber fusilado a los responsables del bombardeo en Plaza de Mayo el 16 de junio. El derramamiento de sangre fue mucho mayor durante la Resistencia Peronista y toda esa sangre la puso el pueblo trabajador).
Volviendo al pedido de renuncia, Perón acepto hacerlo y le comunico a Farrel que consideraba que había perdido y se la envió.
Igualmente, como solía hacer permanentemente, engaño al Presidente y le pidió que solamente lo dejara despedirse de un puñado de trabajadores en un mensaje dicho en la puerta de la Secretaría de Trabajo y Previsión, ese organismo que recibió siendo una pequeña dirección del Departamento Nacional del Trabajo y que él en dos años había convertido en una poderosa Secretaría con atribuciones de Ministerio. 
Fue autorizado por Farrel pensando equivocadamente en aquello que “al enemigo que huye puente de plata”, y que se lo permitió con tal que se fuera sin conflictos.
Como era de suponer la presencia popular fue muy numerosa y en sus cánticos demostraban la disconformidad con la ida del Coronel, su ya benefactor. 
Alli comenzaron a oírse algunos canticos:
“Aunque caiga chaparrón siempre, siempre con Perón”
“Con Perón y Mercante la Argentina va adelante”.
Entre otros.
La desconcentración fue otro hecho político, las columnas se desplegaron y marchaban por la ciudad repitiendo los cantos en una muestra de apoyo total, además ya con el reclamo de que Perón fuera el jefe de Estado. En ese momento histórico comenzaba a gestarse el 17 de octubre. 
El diario peronista La Época título a nueve columnas “La renuncia del Coronel Perón emociona hondamente al pueblo”. 
Este y otros disparadores provocaron a los militares, que sintiéndose acorralados decidieron detener si más al recién renunciado. 
Les costó conocer el lugar donde se encontraban Perón y Evita, él había informado, preventivamente, que estarían en un campo en San Nicolás, pero no fue así, se alojaron clandestinamente, en una casa en el Tigre y fueron cambiando varias veces de lugar temiendo un atentado, inclusive estuvo muy céntrico, en departamento de la Avenida Córdoba, pero finalmente el 12 de octubre a la noche decidieron comunicar donde estaban y los militares lograron el objetivo de meterlo preso.
Por miedo a nuevas muestras de apoyo de los trabajadores y para evitar todo contacto con sus colaboradores, Farrel ordena ponerlo lejos, aislarlo, sin ningún contacto.
El Coronel y su entorno temían un asesinato, por eso él exige quedar bajo jurisdicción del ejército y no de la marina, pero no lo logra.
Lo mandan a la isla Martin García en mitad de la noche, en una lancha que "hacía agua por todos lados", según los dichos del marino que estaba al mando. 
Su secretario y mano derecha, el Coronel Domingo Mercante cuenta que recién se tranquilizó un poco cuando, al acompañar a Perón a la dársena, vió que el marinero que lo recibía para trasladarlo, se puso a llorar silenciosamente al ver al prisionero y comprender lo que estaba pasando. Ahí, dice Mercante, me convencí que íbamos a ganar.
El líder estuvo totalmente aislado y sin noticias las primeras 24 horas, momento en que Juan Domingo Perón hace quizá la única muestra de romanticismo y de enamoramiento que se le conoce, y le escribe una carta a Evita en la que le dice:
“Mi tesoro adorado.
Solo cuando nos alejamos de las personas queridas podemos medir el cariño. Desde el día que te deje allí con el dolor más grande que te puedas imaginar no he podido tranquilizar mi triste corazón. Hoy sé cuánto te quiero y que no puedo vivir sin vos”.
La carta sigue en este tono, le dá algunos consejos para que se cuide y se despide diciéndole:
“Muchos, pero muchos besos, para mi Chinita querida”. En este punto hay dos versiones, la primera es que efectivamente el enamorado propone un alejamiento de la política y una vida en el anonimato y la otra teoría es absolutamente a la inversa y considera que el General en la carta envía un mensaje cifrado con instrucciones a su amada para lanzar la insurrección. 
Por supuesto Evita desoye los consejos de paz y amor convirtiendo su domicilio de la Calle Posadas en lugar clave para la resistencia. Allí entre otras cosas se elabora el habeas corpus que se presenta en la justicia en favor del líder encarcelado. Además, contrariamente a la sugerencia epistolar, ella es la principal activista recorriendo fábricas y lugares de trabajo entusiasmando a los sindicalistas y a los trabajadores. 
El prisionero, recién en su segundo día en la Isla Martín García, recibe la visita de su médico personal el Capitán del Ejército Dr. Miguel Ángel Mazza.
A partir de ahí, Mazza se convierte en una pieza clave, no solo porque le lleva información indispensable, sino porque es él mismo el que insiste ante el gobierno hasta lograr el traslado de Perón al Hospital Militar Central de la Ciudad de Buenos Aires, aduciendo, que el estado de la pleuritis que tenía el Coronel, con el clima húmedo de la isla podría ocasionarle daños irreparables y finalmente esto asusta a Farrel y Avalos por las posibles consecuencias que podrían tener, ante los trabajadores, si le pasara algo a Perón y aceptan el cambio de lugar de detención.
A las dos de la mañana dan la orden de traer a Perón después de que pretendieran hacerle una junta médica que Perón no acepta. No tienen más remedio que trasladarlo, nuevamente de madrugada, en la misma precaria lancha, en medio una marejada terrible y felizmente llegan bien a destino.
A esas horas ya estaba Evita en las inmediaciones del Hospital Militar, en el barrio de Belgrano, escondida en un auto esperando el aviso para entrar.
Es instalado en el piso 10, y a partir de ese momento la habitación del Capellán del Ejército, que es la que Perón ocupa, se convierte en un cuartel general con sus colaboradores entre los que está su amada “Chinita”.
La tarde anterior, la del 16 de octubre, la CGT ya había intimado al Ministro Avalos para que pusieran en libertad a Perón porque eso "TRAERIA TRANQUILIDAD A LOS HOGARES OBREROS Y A LA FAMILIA ARGENTINA", una hermosa y sutil frase para un fuerte aprete. 
Ante la falta de respuesta, a media tarde se reúne el Comité Central Confederal de la Confederación General del Trabajo. “En consideración de lo está que sucediendo, porque todos Uds. saben que los trabajadores se sintieron justamente alarmados por estas cosas y porque viene acompañadas por distintas medidas de represalias que los patrones más reaccionarios están tomando contra sus obreros y las organizaciones sindicales”, dice el delegado informante. En consecuencia el cuerpo directivo decide convocar a una huelga general en todo el país.
Teniendo en cuenta que ya en las primeras horas del día 17, Perón está viajando desde la isla Martin García a la Ciudad de BuenosAires, comienzan a verse entre tanto, numerosos grupos de obreros que se concentran frente a sus fábricas en Berisso, Ensenada, Quilmes, Lanús, Avellaneda, en todas las localidades del primer cinturón de la capital, de zona oeste, zona norte, en La Plata, a partir de ahí empezaron a llegar a Plaza de Mayo numeroso camiones cargados con entusiastas trabajadores seguidores del Coronel y lo mismo ocurre en todos los barrios de la Ciudad de Buenos Aires.
En un primer momento el gobierno piensa en reprimir. El General Vernengo Lima, tercer hombre del poder, era el que más insistía pero finalmente Farrel y Avalos no aceptaron.
Algo después de las cinco de la tarde es llamado Domingo Mercante para asista a la Casa de Gobierno, le indican que le trasmita a Perón que el gobierno está dispuesto a negociar si él es capaz lograr y garantiza que aplacará los ánimos de los muchachos que ya entonces llenaban la Plaza y seguían llegando en cantidades, sin cesar. El flujo de llegada era continuo.
Mercante fue de la casa de gobierno al Hospital Militar varias veces y cada vez Perón aumentaba las exigencias, mientras tanto la presión de la Plaza de Mayo era insostenible, por momentos parecía que se desbordaba. Dos veces con Avalos y una con Farrel fueron las reuniones necesarias para establecer las condiciones a las que los obligaba Perón. 
Al tiempo, dentro de la Casa Rosada se escuchaba como un rugido: 
“Aquí están estos son los muchachos de Perón”, que llegaba desde afuera. 
En un momento la efervescencia, casi estallido de la plaza provoco que, inconsultamente, el director del diario La Época, Eduardo Colom, tomara el micrófono y anunciara que el Coronel hablaría más tarde. Esto que se venía decantando era lo único que podía contener el reclamo de los trabajadores.
Farrel, que ya estaba en la residencia presidencial, debió volver a la Casa de Gobierno por exigencia de Perón, que le puso como condición que fuera recibido por él ante la muchedumbre.  
A las 23,10 del 17 de octubre de 1945 el Líder salió al balcón y comenzó definitivamente la más profunda transformación de la República Argentina en favor de la clase trabajadora y del pueblo.
80 años después, el neocolonialismo, el imperialismo, el sistema dominante, la derecha y ultra derecha nacional e internacional, siguen odiando a Perón, a Evita, a sus cabezitas negras, a sus descamizados sin poder someterlos, sin poder dominarlos. Sabiendo que el peronismo está en el corazón del pueblo argentino y como tantas veces muy pronto va a volver a conducir para lograr una vez más una Patria Libre Justa y Soberana.

Fuente: Comunidad Pandemias y vacunas de Walter Goobar. 

lunes, 13 de octubre de 2025

QUÉ ES LA JUSTICIA SOCIAL

La justicia social es una idea más amplia que la economía. La abarca pero voy a explicar: 
Vas a trabajar todos los días. Salís a la calle que está limpia porque hay alguien que hace ese trabajo que lo puede hacer gracias a que su pareja se ocupa de les niñes y todo en la casa. Sin cobrar. O a lo mejor trabaja también y anda a las corridas pero es parte de un sistema que le necesita para funcionar. Y tiene que estar sana o sano para poder hacer lo que hace y tener plata para poder estar sana o sano y cuidar de todo y de todes. La persona que limpia la calle para que vos puedas ir a trabajar también tiene que estar sana y tener plata para comprar comida y viajar. La saalud es importante. Si el niño no se cura bien y contagia a sus hermanes y a sus cuidadores menudo problema tenemos. Y si contagia a les compañeres de la  escuela para qué hablar!!!
Y si después tenés esas personas que aunque trabajaron no tienen acceso a una justa jubilación, entonces van a vivir en la calle como la basura que te molesta para ir a trabajar...
Por eso la justicia social no es dar. Es un derecho, es retribución y reconocimiento. 
Espero que quede claro. 
Dudas?

martes, 26 de agosto de 2025

EL DÍA QUE LE PEGARON A ASTIZ texto: HÉCTOR RODRIGO

*_El día que le pegaron a Alfredo Astiz: un golpe directo a la cara, una patada y el grito de “asesino”_*

Para que recuperemos la paz interior: — ¿Vos sos Astiz?
—Sí, ¿vos quién sos? —le contestó el hombre con desdén, mirando de costado y vestido con ropa de esquí, frente a una parada de ómnibus.
—Vos sos un hijo de puta que todavía tiene cara para andar caminando por la calle —le respondió irritado Alfredo Chávez. Diecisiete años antes había sido liberado del centro clandestino El Vesubio, en Buenos Aires, luego de pasar ocho meses secuestrado y desaparecido, torturado y con grilletes en sus pies, a sus 19 años. Ahora vivía en Bariloche junto a su familia, y esa mañana fría de invierno de 1995 no podía creer tener a mano a uno de los genocidas de la dictadura, fácilmente reconocible por cualquiera.
Muchas veces se había preguntado qué haría y cómo reaccionaría si un día, de casualidad —como ahora— tuviera delante suyo a uno de estos criminales, que tanto recordaba.
Chávez volvía de llevar a sus hijas a la escuela cuando lo vio parado en una esquina céntrica de la avenida Bustillo, la que lleva al Llao Llao. Pasó por allí dos veces con su vieja camioneta, hasta asegurarse que fuera él. Era.
Se bajó con el auto en marcha y caminó nervioso hasta tenerlo enfrente.
///
El ex oficial de la Marina no atinó a frenar la primera trompada de Chávez. Le estalló en el medio de la cara. Astiz trastabilló y Chávez aprovechó para avanzar sin perder tiempo y volver a golpearlo, una y otra vez, con furia. Cada trompada iba a cuenta de algún compañero desaparecido. Recuerda que fue una catarata de golpes y patadas, y que le parecieron una eternidad. “Fue un desahogo, los criminales en la calle eran un clavo en el zapato, había que hacer algo”, contó más de una vez.
Astiz consiguió incorporarse y arrastró a su atacante hasta la mitad de la avenida. Los autos se detenían a observar la pelea. Chávez alcanzó a meterle los dedos en los ojos mientras lo insultaba desaforado. Hasta que un amigo que pasaba por allí bajó de su auto y lo separó. “Pará Chaveta, déjalo, déjalo”. 
///
Ensangrentado y en el piso, Astiz no atinaba a salir del aturdimiento mientras escuchaba sos un cobarde, vos y tus compañeros, se cagaron en las patas frente a los ingleses sin ofrecer resistencia, asesinaste adolescentes por la espalada, secuestraste monjas y Madres para tirarlas vivas al mar, basura, criminal. 
Hasta que Chávez se cansó de humillarlo y su amigo se lo llevó, sacándolo de escena.
“Por gente como vos el país anda como anda”, fue lo único que atinó a decir desde el piso el hombre estrella de los grupos de tareas de la Marina. “Ese país” era el que en esos años tenía impunidad absoluta para todos ellos. El tiempo de la nulidad del Punto Final y la Obediencia Debida, el de los crímenes imprescriptibles, el de los vergonzosos indultos presidenciales.
Astiz, tambaleando, regresó al hotel donde se alojaba, acompañado de su novia. Era el Hotel Islas Malvinas, una mueca de la historia. Quedó “guardado” dos días, luego regresó a Buenos Aires en micro, de incógnito. Presentó una denuncia en la Justicia que no prosperó. Era la primera vez que ocurría algo así con un símbolo de la represión más brutal.
El episodio protagonizado por Luis Alfredo Chávez tomó vuelo mediático de inmediato. A pesar de la discreción que prefirió mantener (la televisión lo entrevistó pero de espaldas a la cámara) Hebe de Bonafini lo convenció de hacerlo público. Bautizaron el hecho como “La Piña de la Dignidad”. Llegó a conmemorarse durante años, cada setiembre, y hasta con recitales de La Renga en vivo.
Finalmente, llegó el tiempo de la decisión política de avanzar con los juicios y por ende con las condenas de lesa humanidad, sin que ocurriese en el país (hasta donde yo recuerde) un episodio similar.
El hombre que en los años más tenebrosos llegó a infiltrarse entre las Madres con nombre falso, el que marcó como Judas a los doce familiares de la iglesia de la Santa Cruz, el “valiente” que se rindió en Malvinas sin disparar un solo tiro, recibía hace tres años su segunda condena a cadena perpetua en la megacausa Esma. Mientras tanto, Dagmar Hagelin continúa desaparecida, al igual que –entre otros miles– las dos monjas francesas, Alice Domon y Léonie Duquet.
Hoy se cumplen 30 años de aquella piña impiadosa –y pertinente– en el Sur.
Texto: Héctor Rodríguez

martes, 12 de agosto de 2025

El Principito mi primer libro

Los domingos de mi infancia eran muy especiales porque ese día la familia se reunía a almorzar en mi casa. Abuelos, tíos, primas y algún colado que siempre era bien recibido se sentaban a la mesa a comer y charlar.

Antes de irse, ya pasada la hora de la merienda, mi abuela Adela tenía la costumbre de darme unas monedas para que me comprara golosinas en el kiosco de la otra cuadra. Yo, sintiéndome feliz las guardaba en un escondite secreto, ansiosa de que llegara el lunes pues entonces el kiosco estaría abierto y yo podría correr a comprar las historietas que tanto disfrutaba. La Pequeña Lulu, Batman, Superman, Periquita, Archie, Patoruzu, llenaban el estante bajo de mi mesa de luz.

Hasta que un día para mi cumpleaños mis tíos Mary y Pedro me regalaron un libro: “El Principito” de Saint-Exupery. Yo nunca había visto un libro con dibujos, sólo los de la escuela que eran muy aburridos, y en mi casa sólo había una gran colección de tapa azul que era de mi padre... Pero esto era otra cosa. Lo comencé a leer ese mismo día y un mundo nuevo se abrió para mí. Y fui descubriendo con el paso del tiempo que había muchos libros con dibujos y sin ellos y que cada uno de ellos me proponía un viaje, una aventura, una idea nueva. Dejé de comprar historietas (con excepción de “Mafalda”) y el viaje del Principito se convirtió en mi propio viaje. Fui una niña de cabellos de oro caminando solitaria conociendo la vida y sus muertes.

Desde entonces los libros fueron mis aliados todos los días de mi vida. Han sido y son puentes, castillos, paisajes y amigos que fueron apoyo en momentos terribles de mi viaje. Con ellos he construido el muro detrás del cual me escondo, he conocido autores de los que me he enamorado y otros que son mis mejores amigos.  

Las elecciones miradas por Serrano Mancilla

La fidelidad del 40% en Argentina 🇦🇷 En las elecciones presidenciales del año 2003, en primera vuelta, la suma de votos de Carlos Menem y...