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Transformaron la crueldad en carisma, el odio en sinceridad, y la violencia simb贸lica en autenticidad. Dicen que “es su estilo”, como si burlarse de un enfermo o denigrar a una persona con discapacidad fuera una cuesti贸n de forma, no de fondo. Como si gobernar con sadismo fuera solo parte de su performance.
Lo m谩s escandaloso es que eso mismo —ese desprecio, ese goce por el da帽o— es lo que muchos celebran. No lo votaron a pesar de su crueldad. Lo votaron por su crueldad. Porque por fin hay alguien que insulta lo que ellos tambi茅n desprecian. Porque se sienten parte del l谩tigo, no del l谩tigo que les cae a ellos, sino del que cae sobre otros.
Y eso, ah铆, es donde el problema deja de ser solo el presidente y pasa a ser una sociedad que empieza a normalizar la deshumanizaci贸n. Un pa铆s que ya no se indigna con el dolor ajeno, sino que lo convierte en chiste. Un pa铆s que llama “estilo” a la violencia.
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